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sábado, 31 de dezembro de 2022

La tendencia a querer comprenderlo todo - Javier Marias


"Supongo que por eso tengo (...) la tendencia a querer comprenderlo todo, cuando se dice y llega a mis oidos, tanto en el trabajo como fora de el, aunque sea a distancia, aunque sea uno de los innumerables mumullos indistinguibles o en susurros imperceptibles, aunque sea mejor que no lo comprenda y lo que se diga no este dicho para que yo lo oiga, o incluso este dicho justamente para que yo no capte. Puedo desconectar, pero solo en ciertos estados de animo irresponsable o bien mediante un gran esfuerzo, y por eso a veces me alegro de que los murmullos sea de veras indistinguibles y los susurros imperceptibles, y de que existan tantas lenguas qu me son extranas y no son deducibles, porque asi descanso. Cuando se y comprueblo que no hay manera, que no puedo entender por mucho que lo desee y intento, entonces mi siento tranquilo y desentendido y descanso. Nada puedo hacer, nada está en mi mano, soy un invalido, y mis oidos descansan, mi cabeza descansa, mi memoria descansa y tambien mi lengua, porque en cambio, cuando comprendo, no puedo evitar traducir automática y mentalmente a mi propia lengua, e incluso muchas veces (por suerte no siempre, acaso sin darme cuenta), si lo que me alcanza es en espanol tambien lo que traduzo con el pensamiento a cualquiera de los otros tres idiomas que hablo y entiendo. A medudo traduzco hasta los gestos, las miradas, y los movimientos, es un sucedáneo y una costumbre, y aun los objectos me parece que dicen algo cuando entran en contacto con esos movimientos, miradas y gestos. Cuando nada puedo hacer, escucho sonidos que son articulados y tienen sentido y sin embargo me resultan indescifrables: no logran individualizarse ni formar unidades. Esa es la maldición mayor de un intérprete en su trabajo, cuando por algun motivo (una dicción imposible, un acento extranniero pesimo, una grave distrración propia) no separa ni selecciona y pierde comba, y todo lo que le parece idéntico, un amsijo o un flujo que tanto do que se imita como que no se emita, pues lo fundamental es individualizar los vocablos, como a las personas si uno quiere tratarlas. Pero también es su mayor consuelo cuando eso sucede y no está en el trabajo: sólo entonces puede relajarce del todo y no prestar atención ni permanecer alerta, y hablar placer en escuchar voces (el insignificante rumor del habla) que no sólo sabe que no lo atanen, sino que además no está capacitado para interpretar, ni para transmitir, ni para memorizar, ni para transcribir, ni para comprender. Ni siquiera para repetirse".



(Javier Marias. In. Corazón tan blanco).

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